Hoy te propongo que empieces escuchando un cuento.
Puedes no escucharlo, o puedes parar 4 minutos y medio, disfrutar del momento y así poder sentir distinto lo que te explico a continuación.
Hace unas semanas te hablaba de cuando regalé todos mis zapatos, y de la importancia de respetar tu momento. Y es que existe un principio en la filosofía quiropráctica que dice que: no hay proceso que no requiera tiempo. Esto es una ley natural y, por tanto, irrevocable, eterna e invariable.
¿Sabes cómo define la RAE (Real Academia Española) un proceso? Con tres conceptos: habla de la acción de ir hacia adelante, de transcurso del tiempo y de conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno natural (o de una operación artificial).
Fíjate, si los unimos tenemos esta idea: para ir hacia adelante en un suceso o evento natural (o generado por nosotros) deben transcurrir etapas sucesivas de duración indefinida. Y, sin embargo, cuando nos sentimos mal, o cuándo estamos en situación de cambio, nos empeñamos en que todo suceda con rapidez, que termine lo antes posible.
Pero como dice el cuento, si tiras del tallo de una flor (para que crezca más rápido) al final se romperá. Puedes regarla, abonarla, exponerla a la luz de la forma que mejor le convenga… Seguro que cuidando sus circunstancias y su entorno crecerá más fuerte y más sana, pero no más rápido.
¿Cuánto tiempo requiere tu proceso de salud? ¿Y tu proceso personal? Si aprendes a escucharte sabrás respetar su ritmo y disfrutarlo. Piénsalo. Siéntelo. Y si quieres que te acompañe en tu proceso, RESERVA TU CITA