Sí, sí, has leído bien: soy un alien.
Hace años, tras una formación, uno de mis mentores me dijo: “Es normal que sientas que no encajas con otros quiroprácticos, porque eres un alien”. Su comentario me hizo sonreír porque me recordó que, cuando estudiaba humanidades y se estrenó Los amantes del círculo polar, de Julio Medem, mis compañeras me repetían constantemente una de sus frases: “An(n)a la marciana, claro que sí”.
Hace poco, aprendiendo persuasión y terapia breve estratégica con el gran Victor Amat, descubrí que también él habla de marcianos y que, también según su teoría, soy una de ellos. (Si quieres saber más no te pierdas su libro, Psicología Punk).
Así que me considero un alien, sí, y también me declaro abiertamente humanista. Porque estudié humanidades, y porque el humanismo es una de las bases filosóficas de la quiropráctica.
Es una corriente intelectual que surgió en Europa durante el siglo XIV en contraposición a las tradiciones religiosas medievales. Pretendía dar un sentido racional a la vida y para lograrlo tomó al ser humano, sus valores y sus cualidades como medida de todas las cosas.
Hoy en día la mayoría sigue renegando de la religión y/o lo divino como referente para la toma de decisiones. Pero esa autoridad derrocada no recae en nosotros, ni en nuestra experiencia; y este hecho es particularmente contradictorio en lo relativo a la salud.
La salud es un estado que se crea desde el interior. Estar sano es, realmente, poder ejercer de forma eficaz y eficiente todas nuestras funciones fisiológicas, mentales, sociales, espirituales, etc. Y nadie sabe lo que necesita para poder hacerlo mejor que quién ejerce dichas funciones: nuestro sistema, o lo que es lo mismo, nuestro cuerpo, nuestro cerebro, nuestra mente y nuestra alma.
Seas un alien o un ser humano, para saber lo que necesitas para estar como deseas es importante que te conozcas, y que sepas escucharte. Y escucharte significa que, cuando observas lo que haces, cuando quieres entender o darle sentido a lo que te sucede, en todo lo que vives, en tu relación con el mundo, tu foco, tu atención, está siempre en ti.
Nadie sabe lo que a ti te conviene mejor que tú mismo, aunque a veces puedas necesitar ayuda externa de un profesional para entenderlo, o incluso para darte cuenta de ello.
No se trata de egocentrismo, se trata de humanismo. Piénsalo.
Atentamente,
Anna (la marciana, claro que sí) 😉