… por primera vez.
En mayo entraron a robar al estudio, en julio entraron otra vez. No pasó nada grave más allá de los quebraderos de cabeza propios de poner denuncias y lidiar con las aseguradoras para conseguir que me cambien la puerta que destrozaron (cosa que no harán hasta septiembre).
Te contaba en mayo que me considero una persona bastante positiva, y que el hecho de que me entraran a robar no me había afligido mucho. Esta segunda vez me ha afectado un poco más. Y, curiosamente, una de las cosas que más me ha removido ha sido tener que echar la persiana.
Hace seis años, cuando hicimos las obras de remodelación del espacio que sería withanna quiropráctica, me preguntaron qué quería hacer con las persianas de seguridad. Eran viejas y muy pesadas y, por diferentes motivos técnicos, cambiarlas para que fueran practicables requería una gran inversión.
“No necesito persianas“, dije yo, “aunque las tenga tampoco las bajaré…“.
Quería que el estudio fuera un espacio abierto, todo lo abierto posible. No quería barreras, ni siquiera paredes. Los muebles que separan los ambientes los diseñé para que fueran móviles y me permitieran adaptarme a las necesidades de las diferentes actividades que se llevan a cabo en el estudio (sesiones, charlas, talleres, seminarios…).
Porque el objetivo de withanna es ser espacio, y mi cometido es facilitar la generación de espacio, en nuestros cuerpos y en nuestras vidas.
La mayoría de personas que buscan mi ayuda viven alguna forma de compresión, de restricción, de constricción. El dolor y las preocupaciones (el cansancio, la incertidumbre, la enfermedad, la ansiedad…) son realidades que limitan nuestra capacidad de adaptación y de movimiento, ¡de vivir!
Por eso vuelvo en septiembre, con puerta nueva, y echo la persiana arriba con energía renovada: para seguir generando espacio.
¿Y tú? ¿Deseas más espacio para ti, para tu vida? Piénsalo, siéntelo, y si quieres que te ayude a conseguir más espacio para lo que quieres: RESERVA TU CITA